jueves, 17 de marzo de 2011

Japón tiene que traer cambios de profundidad en lo económico a esta era

OPINIÓN

Capitalismo

Ya he dicho muchas veces que lo malo de esta crisis es que todo está cambiando dramáticamente… para que todo siga igual. Aunque ahora, con la tragedia de Japón, ¿se harán planteamientos de futuro los países presuntamente avanzados o será todo parches de urgencia y a otra cosa una vez más? Porque si lo de parar las centrales es por una temporadita, hasta que se haya olvidado un poco la crisis nipona y depués seguir como antes, pues… Hay un dicho popular que dice que siempre que pasa igual sucede lo mismo.

No digo que haya que acabar de golpe con las centrales nucleares pero en España, concretamente, hace falta un plan energético de una vez, con planteamientos de futuro, consensuado entre las fuerzas políticas, que garantice la inversión y la investigación para con las renovables en lugar del pago de primas con dinero público. Porque, al final, mucha gente que entra en este segmento tan importante como es el de las energías verdes viene a cobrar, no a desarrollar una industria que debe ser capital en el futuro.

Con las finanzas ocurre lo mismo. Los bancos de negocios que causaron la crisis inflando los mercados de activos tóxicos diseñados por ellos mismos y planearon todas las operaciones que fallaron sin remisión (¿quién sino es el cerebro de genialidades en España como Astroc, Metrovacesa o Colonial?) son ahora quienes dictan las leyes con sus informes. De nuevo están liderando las grandes operaciones. Ahí están, al timón de las finanzas, una vez más. Parecía que la crisis se las llevaba por delante, pero no. Obama lo intentó, pero ha fallado.

Aquí, sin ir más lejos, los bancos de Wall Street están pilotando la reorganización de las cajas de ahorros, a pesar de que estas mismas entidades han sido las que les aconsejaron en el pasado que entraran a degüello en operaciones que no eran para ellas y financiaran a todo tipo de ladrilleros de mal recuerdo ahora. Muchos brokers se apresuraron a emitir informes demoledores contra nuestras cajas. Ahora, ya tienen los mandatos de colocación y cuando llegue el momento de sacarlas a Bolsa dirán que son la octava maravilla del mundo. Al tiempo.

Por desgracia, el proceso de reordenación de nuestras entidades financieras va a realizarse con todos los protagonistas del desaguisado anterior. Porque en las nuevas entidades resultantes continúan todos los antiguos directivos, consejeros y presidentes, excepto un pequeño puñado de gente que ha saltado por los aires. Sin embargo, muchos han defendido sus puestos con uñas y dientes. No han permitido la entrada de sangre nueva.

Si ahora no nos movemos, no sé qué hará falta. A la crisis espectacular y global; a las revueltas globales, se suma un sostenido embate de la naturaleza (Chile, Haití, Japón…) que hace imposible la lucha. Los mercados se han desplomado en los últimos días y sólo con soluciones de emergencia no se logrará nada.

Hay que dar un avance a las estructuras. Purgarlas de corrupción, ofrecer garantías de defensa contra los corruptos, potenciar la investigación sin trabas y de la manera menos interesada posible. Hay que creer de verdad en la sostenibilidad, que pasa, entre otras cosas por que no es de recibo unos bonus espectaculares de unos que han causado tanto quebranto, de la misma manera que no será razonable que nuestras empresas Ibex ganen tantísimo dinero si hay un paro espectacular en España.

Es cierto que cada vez ganan más dinero fuera y menos dentro, pero también que tienen su sede aquí y son compañías españolas. Tienen su parte de responsabilidad social, que debe revertir en avance real de la sociedad.

Para todo esto, hace falta cambio de estructuras y, sobre todo, mecanismos efectivos contra la corrupción. Ojo, la corrupción no es sólo un concejal de urbanismo que se lo lleva crudo. Es todo tipo de mala práctica que reporta un beneficio incorrecto. Ya hemos hablado en el pasado de las subvenciones, por ejemplo.

Tal vez el susto de Japón permita plantearse las cosas con un poco más de seriedad. Y nuestros políticos deben ser capaces de llegar a un pacto con las cosas que de verdad importan. No es digno que una crisis generada por la inflación de activos financieros, diseñada en Wall Street, se tenga que solucionar ahora con proclamas como la bajada de salarios o el recorte de derechos sociales como el cobro de las pensiones.

El camino hasta la Invisible

CULTURA

Gestión ciudadana

Una sala de conciertos de noche, un aula universitaria por la tarde, la sala de juntas de una cooperativa o el centro de operaciones de un piquete ciudadano por la mañana. Todo esto es lo que ha adquirido estabilidad con la firma del acuerdo por el que el centro social y cultural de gestión ciudadana La Casa Invisible se quedaba en el inmueble del centro de Málaga que ocupaba desde marzo de 2007.

“La presencia de la Invisible es importante ahora mismo en Málaga”, opina Beatriz Ifrán, miembro de la Coordinadora de Inmigrantes de Málaga (CIM) y socia de una de las cooperativas que han surgido en el seno del centro. Con una trayectoria militante en Montevideo como activista sindical, Ifrán no conocía el disperso movimiento de centros sociales que, con distintos niveles de influencia según el país, es uno de los elementos de identidad común de la disidencia política europea.

“Aunque no todos los movimientos de Málaga se han generado aquí”, continúa, “creo que ahora mismo todos pasan de algún modo por La Invisible”. La composición de ’los invisibles’ en el momento de su entrada en un inmueble histórico -data de 1881- en pleno centro de la ciudad ya daba idea de esa variedad: integrantes de asociaciones de inmigrantes, activistas de la cultura libre, vecinos y profesores universitarios querían habitar el edificio abandonado propiedad del Ayuntamiento para crear un centro social y cultural de gestión ciudadana. Allí siguen.

La propia historia de la Coordinadora de Inmigrantes de Málaga corre paralela a la de la Invisible. El Foro Social celebrado en 2004 en la ciudad supuso un punto de encuentro para los debates sobre precariedad e inmigración que atravesaban a algunos centros sociales tras la pérdida de fuelle del movimiento ’antiglobalización’ de las contracumbres . “En el foro nació un trabajo conjunto entre argentinos y uruguayos, ese fue el primer paso para la Coordinadora”, recuerda Ifrán. Apenas dos años y medio después la Coordinadora se convertía en uno de los colectivos que ’inauguró’ el nuevo centro social.

“En toda ciudad y en toda época existen bandas, fuerzas sociales, colectividades que se niegan a plegarse a las miserias del trabajo sometido, a los tiempos de la producción y el mercado, a los designios de la disciplina y la moral. ¿Dónde se encuentran es*s ingobernables? ¿En qué espacios producen y crean siguiendo unos parámetros extraños para la lógica económica? ¿Qué tipo de infraestructuras y servicios necesita la multitud para producir más cooperación, más libertad, más autonomía, más creatividad, más alegría colectiva?” Del dossier de La Invisible.

“Nuestros primeros debates los teníamos entre gente que procedíamos de la autonomía en un sentido más clásico”, rememora Santi, del colectivo Universidad Libre y Experimental (ULEX). Autonomía: la figura ideológica difusa que ha poblado desde los ’70 los centros sociales a lo largo de Europa. El centro social: la “creación política” de esa figura que apenas heredó de la autonomía obrera la primera parte de su nombre y se extendió desde los pioneros centros sociales okupados en Italia o Alemania.

En un texto firmado, entre otros, por un miembro de La Invisible, se proponía la interpretación de los centros sociales como “instituciones de movimiento” en la misma estela que los laboratorios ’hacker’, los proyectos editoriales o los experimentos organizativos del movimiento estudiantil europeo en torno a la autoformación.

Los elementos comunes en esta reinterpretación de los c.s.: apuesta por un circuito autónomo en la producción cultural, los criterios de edición cultural bajo licencias abiertas, la importancia de la investigación y la autoformación, la apertura de espacios mestizos (clases de castellano, asociacionismo migrante), las formas de sindicalismo social y los experimentos de empoderamiento político.

Estos ingredientes existen, con distintos énfasis y desviaciones (el texto citado es de 2007, antes de la crisis) en la Invisible y en otros centros, como La Tabacalera de Madrid. Pero la relación entre el discurso, la práctica y la composición social presente en los c.s sigue planteando problemas.

- Resistir es crear: el pulso por un espacio.

En enero de este año, representantes del centro social y cultural La Casa Invisible firmaban un acuerdo con el Ayuntamiento de Málaga por el que se reconocía la gestión por parte de la ciudadanía del céntrico edificio de 2.000 metros cuadrados ocupado por ’los invisibles’ en 2007.

El acuerdo se ha formalizado como un protocolo de intenciones de un año de duración tras el que se procederá a la cesión del espacio. A cambio, la asamblea de la Invisible tendrá que crear una Fundación como responsable legal del centro y se comprometerá a asumir los costes de los suministros.

Se alcanzaba así una “victoria ciudadana”, tal y como expresó La Invisible. Además de la presión en las calles a través de manifestaciones, La Invisible planteó desde el principio una negociación que logró implicar, junto al Ayuntamiento de Málaga, a la diputación provincial de Málaga y a la Junta de Andalucía. El Museo Nacional Reina Sofía cumplió un papel de aval simbólico del proyecto al mediar en las conversaciones. Tras diversos momentos en que el proceso estuvo en peligro debido a la intención del consistorio de desalojar el edificio, todos estos agentes estamparon su firma en el acuerdo este 17 de enero.

Durante todo el proceso, el consistorio tuvo dificultades para situar el conflicto en torno a la ilegalidad de la ocupación y aislar de este modo al proyecto. De forma hábil, desde la Invisible se consiguió desplazar el debate a la defensa de los principios de cooperación entre diferentes que la han convertido en un actor más en la vida política y cultural de la ciudad.

Tiempos nuevos, tiempos salvajes. Una llamada a la movilización total

ESTADO ESPAÑOL

Movilizaciones

"Panfleto "Tiempos nuevos, tiempos salvajes. Una llamada a la Movilización Total" repartido por el Instituto del Tiempo en la manifestación contra el pacto social del pasado 12 de marzo en Madrid. También incluimos fax enviado al Centro Nacional de Meteorología donde el Instituto advierte de la llegada de fuertes inestabilidades que afectarán a todo el país."

Un tipo entra en un banco y dispara sobre varios empleados. Poco antes, ha hecho lo mismo en el interior de un bar cercano, vaciando el cargador de su escopeta sobre su jefe y también sobre el hijo de éste. Más tarde, un reportero cuenta lo sucedido mirando hacia una cámara colocada a las puertas del banco: "Al parecer estaba a punto de ser embargado y desahuciado", afirma. Al día siguiente el asunto inunda las tertulias. Prácticamente todos los comentaristas condenan lo sucedido, buscando la explicación en algún tipo de problema mental. Apuras el café y, cuando estás a punto de irte, escuchas a un grupo de currelas que dicen: "¡No te jode, lo que pasa es que estaba desesperado!", dice uno de ellos; "¡cabrones!", añade otro.

Tiempos nuevos, tiempos salvajes.

Lo sorprendente de esta época y de todos estos acontecimientos relacionados con la crisis no es el derrumbe de toda esperanza, sino que nuestra paciencia (aún) no se haya agotado. Somos caballos de carreras, izquierdistas acostumbrados a estar satisfechos con nuestro modo de vida. Somos el siguiente tesoro, la montaña que conquistar (las elecciones, amigos, las elecciones).

Estamos asistiendo, sin duda, a la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial o del crack de 1929. El futuro mediato, o el presente que ya estamos viviendo, es la violencia entre quienes estamos padeciendo sus crisis (una pintada que apareció en la fachada de la Fnac de Madrid durante la pasada Huelga General decía acertadamente: "600 euros es violencia"), la falta de solidaridad, el miedo a perder el curro pero también el miedo al otro, la soledad, la medicalización total y los antidepresivos como el nuevo tótem, los suicidios y las acciones suicidas. O quizás no, porque el único camino posible pasa por negar la totalidad, un gran rechazo al sistema, a los sindicatos y las instituciones, negar el auxilio a los bancos, pero también a la clase política sin excepciones. Los bancos se unen para así ser más fuertes, mientras que aquellos que padecemos la crisis nos aislamos unos de otros viviendo el drama en el interior de unas casas cada vez más endebles pero, al mismo tiempo, también más blindadas.

El tiempo se agota. La precariedad se encuentra ya instalada en nuestras vidas. Precariedad en el trabajo (cuando malamente lo encontramos). Temporalidad en las relaciones afectivas (internet como pseudovida a distancia). Hemos perdido el control del tiempo y de los tiempos. Más aún: hemos perdido todo control. Es inútil hacer planes, salvo para los bancos, entidades acostumbradas a planificar la longevidad de su capital, porque el crédito es ganancia futura y el dinero ingresado (nuestros salarios) movimientos del capital y especulación. Temporalidad y filosofía barata, una nueva teología poblada de palabras como "liquidez", "mercados" o "burbuja".

Habitamos un Tiempo ya instaurado. La lucha por el tiempo libre del trabajo esconde la quimera del propio tiempo libre. Por eso, cuando los trabajadores y todos aquellos que están camino de serlo, o al menos de intentarlo, recibimos la noticia del aumento en la edad de jubilación, inmediatamente sentimos que se nos había impuesto una nueva condena; sentimos que nuestro mundo -construido a base de creencias acerca de la intocabilidad de ciertas cosas- había sido dañado. Otros, aquellos que sólo han conocido crisis toda su vida, sonrieron y dijeron: "Bienvenidos al club". Acostumbrados a vivir con lo puesto, imaginarnos nuestra vida dentro de diez o veinte años parece un imposible. El trabajo asalariado es la muerte en vida, porque todo alargamiento de una actividad cada vez más miserable y precaria tan sólo conduce a la medicalización generalizada. Somos el último ejército, un ejército en medio de un estado de excepción y que sólo es movilizado cada cierto tiempo para votar a unos jefes a los que perdimos el respeto hace ya tanto tiempo, o para acudir en masa a eventos deportivos y fiestas de turno. Los hombres y las mujeres se parecen mucho al tiempo que habitan. Y en esta época de miedos, muchos han sentido pánico.

Compañeros, ¡no queremos que la vida se nos vaya pensando qué hacer con nuestro tiempo! porque la única certeza que tenemos es que ya casi no somos dueños de nada. Queremos sentirnos vivos de verdad. Contarlo todo, discutirlo todo, destruirlo todo para construir otra vida y no esta forzada supervivencia. Cuando el tiempo es alienado, ese maldito tiempo se convierte en una maldición y de esta forma, convertida ya en la Gran Ideología de la época, sentimos que el tiempo, nuestro tiempo, nos es arrebatado. Es preciso detener la máquina, pero todavía es más urgente que nos detengamos todos. Mientras tanto, sumamos los días para que, sea como sea y al precio que sea, pasen rápido.

Nada volverá ya a ser como antes, pero nosotros tampoco deseamos que las cosas vuelvan a ser "como antes". No queremos ninguna vuelta a una normalidad que ya detestábamos. Lo queremos todo patas arriba. Esta crisis de legitimidad, con la falta de esperanza y la idea que ya flota en cada rincón de esta ciudad (¡Todos fuera!), también indica el modo y la necesidad de la siguiente revuelta: una negación radical, y posiblemente en muchos aspectos inicialmente "nihilista", contra esta muerte en vida. El estilo de la siguiente revuelta será la movilización contra la muerte en vida.

El capitalismo ha entrado en una fase de reestructuración cuyo siguiente paso será una nueva definición del trabajo y del gobierno de la economía. Esta sociedad del trabajo ya no necesita de los trabajadores, porque la tecnología ha logrado el milagro soñado por los capitalistas (eficiencia y productividad garantizadas). Tampoco hay trabajo para todos, ni puede haberlo bajo este sistema. Vivimos entre una sobreproducción de mercancías, de estanterías abarrotadas de productos, de una inmensa oferta de objetos y gadgets, y de deseos que realizar. Las reglas han cambiado: del proclamado desarrollo económico que se anunciaba como progresivo hemos pasado a la gestión de la carestía. Mientras nos acercamos a los cinco millones de parados y el paro juvenil aumenta imparablemente, el capitalismo no detiene la producción, porque está basado en la ficción y el mito del pleno empleo, y en la movilización de sus ciudadanos para que cumplan su papel como consumidores.

Pero el combate que se libra está también en el plano de los sentimientos y las creencias. En estos tiempos, la propaganda está en la recuperación de la confianza, a modo de una Nueva Religión. Sus mitos han caído uno a uno, entre ellos la vieja cantinela del "pleno empleo". Hace ya más de un año, cuando el fuego amenazaba con quemar los muebles, el gobernador del Banco de España declaró que el problema de la crisis financiera era un problema de "confianza": de los bancos entre sí a la hora de hacer circular el dinero y de los ciudadanos con las instituciones. Ahora de lo que se trata es de forzar a la gente, a los trabajadores ya explotados y reventados, a la gente hastiada y helada de la cola del paro, a los estudiantes que están a punto de ser metidos en la trituradora del paro y de la emancipación familiar al cumplir los treinta, es decir, a los votantes, para que por medio de la propaganda se vuelva a creer en el sistema. No lo haremos.

Lo que ha pasado no es producto de un exceso, sino de un sistema que es en sí mismo excesivo, y que trata a sus ciudadanos-clientes como estúpidos. Así, pocos han comprendido de qué va esto de la macroeconomía, entregándose a la lectura ansiosa de todo tipo de encuestas y estudios que dicen vaticinar la luz al final del túnel. Esperan que la Nueva Religión ("los Mercados han dicho…", como si los Mercados, y no los políticos y banqueros, pudieran opinar) anuncie por fin la fecha para la salida de la crisis. El miedo congela a todos mirando descender las cotizaciones. Los currantes ya no denuncian y miran por encima del hombro a quienes traen malas noticias.

El sistema se encuentra en bancarrota. El escenario de las próximas elecciones, tanto las municipales como las nacionales, a buen seguro será el de la abstención, la desmovilización y el hastío. Sin embargo, llamarán al estado de alarma, invocando viejas ideas. No les creas. Durante este año la estrategia del gobierno será el evitar que el conflicto salga de lo privado a lo público, que los dramas tomen la calle. Si esto sucede, el precio será la represión a toda costa, pero el conflicto es el inicio del camino. Estamos hartos. Lo que esconde todo el ejército de curas y gilipollas de la izquierda, con su cantinela de "más regulación", es dar un poco de vida a un cuerpo moribundo, reclamando "más control" en estos tiempos salvajes, pero ¿Quién controla a los que controlan?

No podemos permitirles segundas partes, sino mandarlos al paro a perpetuidad. Ninguna vuelta a la "normalidad". Queremos jugar.

[Instituto del Tiempo, marzo 2011]

Nuestra tierra pierde la oportunidad de acoger el anillo ferroviario

ANDALUCÍA

Política


La Plataforma por Andalucía Oriental lamenta las consecuencias de la pésima situación de los ferrocarriles en las provincias de Almería, Granada y Jaén, una de las cuales es la imposibilidad de acoger el anillo ferroviario que el Ministerio de Fomento pretende construir en las proximidades de Antequera a pesar de la oposición al mismo en esa zona.

Una de las condiciones que deben cumplirse para albergar un anillo de pruebas de alta velocidad ferroviaria es la disponibilidad de acceso directo a una red de altas prestaciones, con doble vía de ancho europeo. Así, el Gobierno de España decidió que la comarca de Antequera fuese la sede de dicha infraestructura.

Entendemos que, dado el rechazo por parte de los agricultores de Antequera a la construcción de dicha infraestructura y el consiguiente debate abierto, nuestras provincias hubiesen sido alternativa a esa ubicación en caso de haber contado con un ferrocarril moderno que cumpliese con los mencionados requerimientos, puesto que hay zonas como la comprendida entre Almería y Níjar, los llanos de Guadix o las proximidades de Linares, con terreno suficiente y vías de estas características en proyectos que se han venido dilatando de forma que aún no han sido puestos en servicio.

Una vez más, y como consecuencia de su carencia en infraestructuras, Almería, Granada y Jaén ven pasar de largo una oportunidad de desarrollo, que en este caso hubiese supuesto la creación de miles de puestos de trabajo.

La Plataforma por Andalucía Oriental continuará reivindicando para nuestro territorio de actuación líneas ferroviarias de altas prestaciones, como la duplicación de la vía y adaptación a altas prestaciones entre Vadollano y Santa Cruz de Mudela, la agilización de los proyectos Almería-Murcia -en todos sus tramos- y Almería-Iznalloz-Granada, así como la nueva tramitación y construcción de los corredores ferroviarios de altas prestaciones Iznalloz-Jaén, Almería-Motril-Málaga Y Guadix-Baza-Lorca y trenes competitivos para pasajeros y mercancías Granada-Motril y Linares-Úbeda-Albacete, para que nuestra tierra disponga de iguales oportunidades que otras zonas de España.