miércoles, 23 de febrero de 2011

Tratando de entender la economía

OPINIÓN

Capitalismo


Labor ímproba, realmente. A ver si lo entiendo. Los países debemos contentar a los llamados “mercados” –léase especuladores en su mayoría- y tranquilizarles cuando se ponen nerviosos. La dinamización de la economía de todos –nos dicen- exige reformas, ajustes… es decir, mermas para asalariados, parados y pensionistas, el grueso de la población en general. ¿Voy bien?

Pero resulta que las empresas reciben subvenciones públicas para funcionar. Cuantiosas. De las que apenas se habla. Del dinero público que se da a los sindicatos en cambio, nos llegan referencias cada poco. Hasta de los “ominosos” subsidios a jornaleros del campo.

Las SICAV, ese invento tan estupendo para los denominados “inversores”, siguen cotizando un 1% de impuestos. La vicepresidenta socialista asegura que esto no se puede cambiar porque, si lo hiciera, esas empresas se irían de España. ¿De acuerdo hasta aquí?

Sigamos. Un informe del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa, anuncia que el 80% de las empresas del Ibex 35 tiene presencia de manera directa en paraísos fiscales a través de sociedades participadas y no informan de cuáles son sus actividades en estos territorios. O sea que no pagan impuestos en España. Que no pagan impuestos de esas cantidades evadidas, vaya. Porque en esos limbos lo que sucede es que no se paga. Éstas son las privilegiadas empresas del IBEX, dadles un repasito. La flor y nata.

El Observatorio estima que las grandes empresas pagan, entre exenciones y subvenciones, como mucho un 10% de impuestos. Aquí. De lo que sí declaran.

Nos cuenta más el Observatorio: “las empresas del Ibex 35 en paraísos fiscales han experimentado un crecimiento vertiginoso (entre enero y septiembre de 2010 la inversión ha sido el doble a la de todo 2009), en España la recaudación por impuesto de sociedades se ha desplomado un 55% entre 2007 y 2009, pese a que los beneficios empresariales de las grandes empresas en el mismo periodo solo han descendido un 14%”. Anoto aquí que no es que hayan perdido un 14%, sino que el incremento de ganancias se ha reducido un 14%. Solían andar por el 30% más que cada ejercicio anterior, ahora parece que es menos. Oficialmente, los beneficios que escamotean cada vez más, vemos, probablemente compensan la balanza.

Yo comprendo que es muy pesado andar todos los días tratando de entender este galimatías. Pero si no se les pueden tocar sus privilegios no vaya a ser que ubiquen su razón social en otro país y dejen de ser “españolas” –más, que ya sabemos que buena parte del personal de las que al menos se molestan en fabricar algo es del tercer mundo-, y resulta que no pagan en España, y que la huida de su dinero ha experimentado “un crecimiento vertiginoso”, y que los paraísos fiscales es una cosa muy fea que iba a resolver algún G7, G8, G20, la UE, OCDE y demás, pero gozan hoy todavia de una salud envidiable ¿dónde está el truco?

Nissar, Azziz, Mohamed, Europa y sus sueños

SOCIEDAD

Migrantes


Tres jóvenes que aspiran a poder tener aspiraciones y viven en Guelmin, la ciudad más importante de las Provincias del Sur marroquí, desde donde se vislumbra la isla española de Lanzarote.

Uno tiene trabajo con el que sostiene a su familia, otro dependiendo de si sus clientes deciden cortarse el pelo ese día, y el tercero está esperando poder volver a coger una patera.

El todoterreno de Nissar levanta una gran polvareda cuando cruza bajo el arco de adobe que da la bienvenida a la decadente ciudad de Guelmim. La antaño Puerta del Sahara –más allá, tan solo el inmenso desierto de roca y arena, donde arden las piedras- languidece condenada a no ser más que un estratégico enclave político y militar en la provincia marroquí de Esmara, a un tiro de piedra de la no tan marroquí y siempre molesta ciudad de El Aaiún.

Guelmim, la más importante de las ciudades de las Provincias del Sur, con cerca de cien mil habitantes apilados en sus casas de un solo piso y sin agua caliente, apenas dista 30 kilómetros del océano Atlántico y de la antigua colonia española de Sidi Ifni. Hasta allí solía ir Nissar para evocar sueños de prosperidad al borde del mar. En el horizonte, cuando amaina el viento cálido del oeste –que seca los ojos y agrieta los labios-, se distingue con facilidad la isla de Lanzarote.

Pero Nissar ya no está preocupado por su futuro ni sueña con cruzar el océano. Es un privilegiado: ha conseguido un trabajo decente como conductor y chico de los recados para una agencia del gobierno y va de un lado para otro. Presume de zapatos nuevos, de su móvil de última generación, y escucha a todo trapo el disco más reciente de Enrique Iglesias. Puede sentirse orgulloso: mantiene a los seis miembros de su familia y a parte de su familia política. Él, como la gran mayoría de los chicos de 24 años en la ciudad, está casado. Hace tiempo ya de aquello, pero todavía es pronto para tener hijos o mudarse junto a Fátima. Quizá cuando ahorre. Quizá cuando se quieran. De momento, prefiere disfrutar de su juventud con una alianza de quita y pon. Come bien, viste bien y es cálido y hospitalario con los desconocidos. Para sus amigos, es un hermano. Para su familia, un triunfador.

Nissar recorre la avenida Hassan II al caer la noche, cuando los camiones de contrabando se asoman a la ciudad con su mercancía cubierta por descaradas lonetas y las luces del mercado de frutas y pescado se encienden, agradecidas a la tregua del sol. Aparca con destreza y chulería, asustando a un burrito cabizbajo cargado hasta los topes de granadas y dátiles. Hoy ha tenido un buen día y llega a su casa de soltero con cena para todos. Sus amigos entran y salen cuando quieren y se quedan a dormir al calor de su brasero sin más protocolo que un sahba inshallah cuando les vence el sueño.

Al día siguiente, Aziz se levanta temprano, molesto entre cojines ásperos y el sol que entra por la rendija de la ventana. Los restos de la cena de anoche salpican el salón, y la machacona MTV Arabiya ha estado encendida durante toda la noche. Nissar se ha marchado hace rato, pero los demás duermen. Poco o nada tienen que hacer durante el día.

En las deprimidas ciudades de la provincia de Esmara apenas quedan jóvenes. El éxodo a las pujantes ciudades del norte diezma el rural marroquí desde hace varias décadas. Allí, en Tánger o en Casablanca, establecen tiendas de comestibles o negocios modestos con el desdén de sus compatriotas urbanitas, que tuercen el gesto ante la sangre amazigh (bereber) de la población del sur. Los más valientes, o los más desesperados, se lanzan con lo puesto hacia las islas Canarias, pero Aziz no quiere ni oír hablar de ello. Ha escuchado tantas tragedias a bordo de una patera y despedido a tantos amigos que hace tiempo que se ha resignado a dejar que pase el tiempo. De momento, va tirando con trabajos esporádicos de peluquero o mecánico, aunque ha estudiado y habla con soltura francés y árabe. Como si eso importara en un lugar del mundo donde las oportunidades de prosperar son escasas.

En Marruecos, la planificación económica se articula en torno a los designios e intereses de una restringida minoría próxima a la Casa Real. Sin ir más lejos, la cercana Agadir, antigua y mísera aldea de pescadores, vive un boom urbanístico perpetuo con el fin de consolidarse como la Marbella marroquí: destino turístico de europeos con ansias de exotismo, con hoteles de gran lujo y excursiones al desierto a precios de ex-colonia. Las inmobiliarias extranjeras se frotan las manos ante las posibilidades de inversión que ofrece el reino alauí, mientras las clases dirigentes hacen caja gracias a las suculentas comisiones derivadas de contratos billonarios. Edifican suntuosas mansiones en el Souissi rabatí o el Palmeral de Marrakech, mientras el enorme y empobrecido Soud se olvida.

Aziz lo sabe, y recuerda con nostalgia la visita triunfal de Mohamed VI a la ciudad. Recuerda los honores militares y las promesas de un joven rey que vive muy lejos pero cuyo retrato preside, por ley, cada pared de cada hogar y comercio de Guelmim. Recuerda al gobernador, al opulento wali de Esmara hablando de creación de empleo y de inversión. Oyó por primera vez conceptos como revitalización económica y explotación del potencial turístico. Pero sobre todo, recuerda cómo se marchaba la comitiva real entre vítores de júbilo y clamores de esperanza. Por aquel entonces, no sabía que también se iban por donde habían venido, las promesas de un futuro mejor.

Hoy no ha tenido un buen día, apenas dos personas han pasado por sus tijeras, así que cuando se vaya a bañar al hammam (baño colectivo árabe), tendrá que pedir que le fíen una piedra de hachís. No le será difícil, en cualquier esquina, la droga acecha y convive con la sociedad marroquí más deprimida.

Aziz vuelve a casa de Nissar. Hoy no ha comido, y no recuerda la última vez que estrenó unos zapatos.

A Mohammed, todos le conocen como Lauinah, “El bizco”. No le importa, porque siempre está entre amigos y porque nada puede apearle de su nube de felicidad repentina. No hace falta insistir mucho para que saque del bolsillo de su chaqueta un sobre con documentos que guarda como un tesoro. El apenas entiende las letras garabateadas en un idioma que no es el suyo, pero sabe que su contenido vale más que todo lo que posee. Un notario de Marrakech le ha enviado, previo pago, una traducción al castellano jurada, que garantiza, allá donde vaya, que no tiene antecedentes penales. “Estoy limpio”, presume. Sin este papel, imposible encontrar trabajo en España. Con él, ¿quién sabe? Esa duda es mucho más de a lo que puede aspirar en su ciudad natal. Su sueño europeo justifica cualquier objeción u obstáculo que alguien se atreva a plantearle. Quiere vivir en Barcelona. Conoce de memoria las alineaciones del Real Madrid y del Barça, y es crítico con Zapatero. Dice que siente lástima por los españoles por tener un gobernante que no se preocupa por ellos. Dentro de unas pocas semanas se tirará al mar en una patera dentro de unas pocas semanas. Por tercera vez en un año. Es afortunado y lo seguirá intentando hasta que pise suelo español. Las primeras veces fue detenido en la costa de Fuerteventura (“Comisaría” y “Guardia Civil” son términos que maneja con soltura). Pero se siente agradecido: la última ocasión le salvaron de una muerte segura. Su cuerpo impactó como un muñeco de trapo contra las rocas, destrozándole un hombro de por vida. “Me llevaron al hospital, y después al centro, que es como un hotel, y me mandaron de vuelta” dice, esbozando una sonrisa. Solo contrae su rostro cuando le colocan compresas frías en sus cicatrices mal cerradas o cuando recuerda a compañeros que no tuvieron tanta suerte. Él sí la tendrá, quizá esta vez lo consiga.

El viaje es largo, ya lo conoce: primero ha de recorrer más de trescientos kilómetros hasta la ciudad de Tarfaya (antigua Villa Bens en la colonización española), y desde allí, a sesenta millas de España, esperar buenos vientos y mejor fortuna que le aleje del rumbo de las patrulleras.

Esta noche, Mohammed lleva a Adnen a cenar a casa, para que conozca a Nissar, a Aziz y a los demás. Pronto serán compañeros de viaje, y hoy comparten sus ilusiones para espantar sus miedos. Un contrato en la construcción, dicen, sería mezien (estupendo). Adnen es recibido como uno más. Todos lo besan y abrazan, le ofrecen un té.

Después, se turnan para fumar shisha y comparten un plato de merguiz en su destartalado salón marroquí. Sin saberlo, sus vidas componen un retrato humano que las estadísticas apenas se esfuerzan en camuflar. En una tierra abandonada, sin opciones ni alternativa, los jóvenes del rural marroquí fantasean con una Europa idealizada. Una irreal tierra de progreso y oportunidades dispuesta a acoger en su cálido regazo a los valientes que se atrevan a dar el salto.

Nissar se duerme pronto. Aziz se rinde y se resigna a convertirse en mero espectador de la miseria de su tierra y de la injusticia social. Pero hoy Mohamed no puede conciliar el sueño. En su estómago cosquillea la aventura y la ilusión. Esta noche no le asusta atravesar el Atlántico, ni abandonar la tierra de su familia, ni dejar de dormir cada noche entre amigos. Sabe que, a partir de ahora, tocará tener los papeles siempre a mano. Pero la dignidad, como su sonrisa, siempre intacta.







Gaddafi declara la guerra a su pueblo

MUNDO

Activismo en red




“Desde el tejado donde me encuentro veo incendios, muchos incendios en todo Trípoli. En frente de nosotros hay dos coches cargados de [mercenarios] africanos. Hay disparos por todos sitios. La gente se está manifestando delante de nosotros. Les están matando como a … (…) Les matan donde les encuentran. Cualquiera que esté en la calle puede ser asesinado. Mi primo, que es médico, dice que los doctores están siendo disparados en los hospitales. Y esto va a más. Las cosas están muy mal, realmente mal”.

La voz la mujer de Trípoli contactada por Al Jazeera transmite angustia y temor, pero también determinación. A los libios su propio Gobierno, sus propios tanques les están masacrando por exigir libertad. Pero cada víctima parece estar produciendo el efecto contrario al que buscan los asesinos, que pretenden perpetuarse en el poder derramando sangre. Cada muerto multiplica las protestas, cada libio fallecido acerca un poco más al agonizante régimen de Muammar Gaddafi a su fin. Y no parece que vaya a ser tan plácido como el de sus predecesores tunecino y egipcio en la primavera revolucionaria que está tumbando a las dictaduras árabes. Al excéntrico coronel le pega más ser ejecutado por su círculo que un exilio en Arabia Saudí.

El juego está acabando para el perro loco y su familia, que pretendía seguir exprimiendo a Libia durante las generaciones venideras colocando como sucesor a uno de los hijos del coronel y seguir ejerciendo el terror contra cualquier tipo de disidencia mediante los cuerpos especiales de Seguridad que obedecen -e incluso llevan los nombres de- a otros de sus vástagos. Y a la comunidad internacional no le parecía mal, porque el elegido era el “reformista”, un hombre formado en Occidente que merecía la aprobación por el mero hecho de hablar un perfecto inglés.

En Oriente Próximo sucede a menudo: el criminal se enfunda en un traje de chaqueta y corbata, adopta modales exquisitos, sirve champán helado en delicadas copas de cristal y los líderes occidentales quedan fascinados por lo que pasa a ser catalogado como “la cara más amable” de éste o aquel régimen.

La comparecencia de Saif al Islam, el hijo de Muammar Gaddafi, en televisión, es un claro ejemplo de cómo esa candidez -también llamada hipocresía- internacional suele costar vidas. El hombre que se balanceaba en su silla con gesto de superioridad anunciando una guerra civil y “ríos de sangre” si la población no accede a seguir siendo sometida por la familia Gaddafi es el sucesor aceptado y bendecido desde todos los puntos del planeta del dictador, el hombre al que todos los Gobiernos veían -y deseaban- como sucesor dinástico del perro loco, porque les garantizaba sus contratos y el estatus quo regional.



El reformista se quitó la careta hace dos días, cuando comprobó que su brillante futuro está ahora abocado al fracaso. Las revueltas libias ya no tienen marcha atrás, aunque el régimen de su padre aún tenga tiempo de aplazar su partida mediante una matanza a cargo de mercenarios y milicianos africanos. Y eso que, a diferencia de Egipto, Túnez o Bahrein, en Libia el férreo control del régimen sobre los medios de comunicación del país le dieron una oportunidad de supervivencia: sin periodistas extranjeros -cuya entrada siempre estuvo rígidamente controlada-, comunicaciones telefónicas -la compañía depende de la familia Gaddafi- y con graves deficiencias en el suministro de Internet, el mundo no tenía por qué saber que los libios se rebelaban a miles.

Pero no contaron con la determinación de un pueblo que, tras 41 años de sufrimiento, ya no tiene nada que perder. Los libios no sólo siguen en las calles pese a ser reprimidos con fuego real por los soldados leales a Gaddafi: han logrado tomar el control de varias ciudades y incluso crear un sistema propio que permite dar información al mundo entero: que nadie diga que no sabía lo que estaba ocurriendo en Libia. Se trata de periodismo ciudadano y, en el apagón decretado por el dictador y sus hijos en la república que masas -jamahiriya-, brilla con luz propia. Libia 17 de Febrero es una página web creada con motivo de la revuelta popular -que tenía previsto comenzar el pasado jueves, cuando había sido convocada un jornada de ira, pero que se adelantó un día tras la detención de un conocido activista humanitario de Bengasi-, gestionada por libios en el exilio con contactos en el interior del país. Sirve de plataforma para todos aquellos que puedan hablar desde el interior del país africano, y para las conversaciones que ciudadanos libios en el extranjero están manteniendo y grabando con sus familiares o amigos, así como para vídeos captados -a menudo con teléfonos móviles- de las manifestaciones y de la represión.

Vinculado al denominado Movimiento Juvenil Libio, que se definen en su perfil de Twitter como “un grupo de jóvenes libios dentro y fuera de Libia inspirados por nuestros hermanos egipcios que hacemos lo que podemos por recuperar Libia”, la web es un recurso imprescindible para tener una idea aproximada de lo que está ocurriendo en las calles de las principales ciudades libias.

“Hay mucha gente gritando, hay protestas, disparos de artillería, de ametralladoras pesadas… Todo está empeorando ahora, justo tras el discurso de Saif al Islam”, explicaba un joven a su hermano en una conversación telefónica difundida por la web. De fondo son perceptibles los disparos a los que se refiere. “Cientos de manifestantes pro Gaddafi están acudiendo ahora a la Plaza Verde [la principal plaza de Tripoli]. [El discurso] sólo ha sido para intimidar a la gente. Los manifestantes [anti Gaddafi] han buscado refugio (…) Antes, cuando fueron a la plaza en masa, los que apoyan a Gaddafi salieron corriendo pero ahora están volviendo. Ha sido como una señal. Parece que las cosas van a ir mal”.



En otra grabación, un hombre de Bengasi -según muchos testimonios, en manos de los manifestantes- contactado el día 20 de febreo asegura que “el número de heridos y muertos es de alrededor de 900. Han enviado a la división Faqir del Ejército. He visto hospitales llenos, la mayoría de los heridos están en estado crítico porque no están usando balas normales sino munición antiaérea”. Su testimonio es ratificado por las imágenes irreproducibles que llegan de los hospitales de Bengasi. Cuerpos mutilados, despedazados, cadáveres desventrados por calibres pesados. “Están disparando munición antiaérea contra manifestantes. La división está formada por soldados y mercenarios pero los jóvenes no van a parar porque saben que si lo hacen será el final para ellos”, continúa el hombre con perceptible ansiedad.

Las grabaciones caseras que están siendo difundidas en la red y mediante canales árabes por Al Jazeera o Al Arabiya demuestran que se está usando armamento pesado y que la represión corre a cargo de tanques pero, sobre todo, de mercenarios a bordo de coches privados y en ropas civiles -algo confirmado por el embajador libio en India, que renunció hace días a su cargo para sumarse a la protesta- pero también que la determinación de los libios a cambiar de una vez por todas el sistema es sólida. “Lo que estamos viendo hoy es increíble. Aviones de combate y helicópteros están bombardeando indiscriminadamente una zona tras otra. Hay muchos, muchos muertos”, explicaba Adel Mohamed Saleh, un libio contactado por Al Jazeera.

Parece demasiado tarde para la dinastía Gaddafi. Sus oficiales comienzan a desertar, las tribus se alzan contra el régimen -incluida la tribu del dictador-, los diplomáticos libios en el exterior -e incluso el ministro de Justicia, escandalizado por el uso indiscriminado de la fuerza contra los manifestantes pacíficos- dimiten y la fuerza de la población es mayor que la de los mercenarios, aunque muchos mueran en el camino. Según la Federación Internacional de Derechos Humanos las localidades de Bengasi, Musratha, Tobruk y Sirte han sido liberadas de la dictadura. La batalla por Trípoli se libra en estos momentos. Podría ser la última.

Llamado para suspender el pago de la deuda publica tunecina

MUNDO

Deuda externa


Túnez necesita movilizar urgentemente todos sus recursos financieros para hacer frente a las necesidades de la situación actual: la extrema pobreza, la indemnización a los desempleados, la mejora de la situación material de los asalariados, etc.

Al mismo tiempo, se anuncian iniciativas extranjeras que consisten en movilizar de forma inmediata una “ayuda” de urgencia a Túnez: concretamente las de la Comisión Europea (17 millones de euros) y el Estado francés (350.000 euros). Sin contar con los cientos de millones de euros que piensan prestar a Túnez el Banco Europeo de Inversiones y el Banco Africano de Desarrollo.

No necesitamos añadirrnos más deudas, ya que Túnez dispone actualmente de recursos financieros suficientes para enfrentar la actual situación de emergencia social como prueba la propia declaración de Mustapha Nabli. Este ex alto funcionario del Banco Mundial, ex ministro de Hacienda de Ben Ali y desde el 15 de enero gobernador del Banco Central de Túnez, ha declarado su intención de dedicar 577 millones de euros del presupuesto del Estado al reembolso del servicio de la deuda pública exterior para el año 2010.

Exigimos del gobernador Ghannouchi la suspensión de este pago teniendo en cuenta la situación excepcional que atraviesa nuestro país y las inmensas necesidades sociales. Esta exigencia se fundamenta principalmente en el argumento jurídico del estado de necesidad que permite a los Estados que se encuentran en dificultades financieras suspender unilateralmente el pago de sus deudas para dar prioridad a las necesidades de la población. La suspensión se impone aún más en cuanto que una parte importante de la deuda pública exterior de Túnez es una deuda privada del dictador Ben Alí que no ha beneficiado al pueblo tunecino. Durante el período de suspensión del pago, una auditoría sobre la integralidad de la deuda pública tunecina (externa e interna) debería ser llevada a cabo para determinar la parte ilegítima, que de nada le ha servido al pueblo.

Raid Attac/Cadt Túnez dirige un llamado urgente a todos los consejos de protección de la revolución y a los movimientos políticos, sociales, sindicales y juveniles para que unan sus esfuerzos con el fin de obtener en primer lugar la suspensión inmediata del pago de esta suma. Esto es urgente ya que el gobierno de Ghannouchi prevé pagar gran parte de esta suma (410 millones de euros) durante abril de 2011.

Raid Attac/Cadtm Túnez propone constituir un colectivo que se encargue de decidir las acciones colectivas necesarias para alcanzar este objetivo.

¡Suspender el pago de 577 millones de euros es preferible a contratar nuevos préstamos que agravarán el endeudamiento de Túnez!

¡Suspender el pago de 577 millones de euros no perjudicará en nada a los acreedores de Túnez, pero pagar esta suma agravará la situación del pueblo tunecino!

Túnez, 16 de febrero de 2011

Por qué cayeron paracaidistas para combatir el crimen

MUNDO

Imperialismo


Los soldados venidos en el Boeing Globemaster III pertenecen a un grupo de fuerzas especiales que intervino en Grenada y Panamá. EE.UU. apuesta a militarizar la guerra contra el crimen.

La participación militar de EE.UU. a menudo parece tener poco que ver con los objetivos oficiales para la región y alienta a los militares latinoamericanos a asumir funciones que serían ilegales en los Estados Unidos.” “El rol del Pentágono en el diseño de políticas (para América latina) es cada vez mayor. Las actividades militares han ido creciendo en su participación, mientras que el Departamento de Estado y los presupuestos de ayuda exterior han caído o se ha estancado.”

Ninguna de las dos afirmaciones pertenece a algún funcionario del gobierno argentino proclive –según las interpretaciones de la prensa conservadora– a las desmesuras o las sobreactuaciones antiimperialistas. Ambas frases destacan en un artículo publicado en octubre de 2005 (“Militarizing Latin America Policy”) por un conocido analista estadounidense, Adam Isaacson, máster en Relaciones Internacionales por la Universidad de Yale y director de Programas para América Latina del Centro para las Políticas Internacionales en Washington. Siguiendo las tesis de Isaacson, la llegada del Boeing Globmaster III norteamericano cargado de “material sensitivo” se inscribe no necesariamente en una política exterior afinada (y menos aún controlada) por el gobierno de Obama, sino más bien en su ausencia, convenientemente explotada por la desproporcionada capacidad presupuestaria y operativa del Pentágono y del complejo militar yanqui. Los recursos estadounidenses destinados a “ayuda” a las fuerzas militares y policiales de América latina y el Caribe pasaron de 225 millones en 1996 a un pico de casi 900 millones hacia el 2009.

En un párrafo de aquel artículo, Isaacson se preguntaba: “¿Por qué las Fuerzas Especiales de EE.UU. necesitan entrenar a los comandos argentinos en las técnicas de la guerra de montaña?”. Del mismo modo, podría preguntarse por qué fueron paracaidistas los que vinieron al país a entrenar a nuestros GEOs. La pregunta quizá pueda responderse del siguiente modo: los visitantes que fueron traducidos por la prensa argentina como paracaidistas de las 7ª Brigada Aerotransportada con sede en Carolina del Norte son algo más que eso. Lo que en inglés se conoce como la 7th SFG Airborne, llamada “Brigada del Diablo”, es un cuerpo de fuerzas especiales con un largo historial en el entrenamiento de fuerzas militares y policiales en América latina (cuando se trata de “gobiernos amistosos”) en técnicas de contrainsurgencia y de combate contra el narcotráfico. El Special Forces Group, crecido en tiempos del Gran Satán soviético al que aludía Ronald Reagan, participó en 1983 en la invasión de Grenada y en 1989 en la operación Causa Justa en Panamá. Tuvo un rol crucial en el entrenamiento de las fuerzas militares salvadoreñas (que crecieron de 12.000 a 55.000 efectivos), con el conocido saldo de un mar de espanto y de sangre. Las SFG intervinieron también en la década del ’80 en diversos países del área andina: desde Venezuela a Colombia, desde Ecuador a Perú y Bolivia. Una de los sitios web derivados de la Brigada del Diablo se enorgullece en afirmar que sus demonios tienen presencia en 19 naciones de Centro y Sudamérica y en otras 13 del Caribe.

- El legado.

Lo sucedido con el carguero estadounidense, con el antecedente de un caso anterior que mereció lamentos de la embajadora en Buenos Aires ante su propia gente (algo que la diplomacia necesariamente debe disimular), habla de cruces de intereses y visiones dentro de los EE.UU. pero también de los episodios espasmódicos de las naciones latinoamericanas a la hora de diseñar políticas de seguridad plenamente democráticas. Pedro Scuro, coordinador de estudios sobre el Poder Judicial de la Escuela Superior de Magistratura de Porto Alegre, Brasil, en un trabajo titulado “Control policial, innovación y estado de derecho en América Latina” señala a la militarización como la primera de las categorías que se emplean para reflexionar sobre el tema de la seguridad en nuestro continente. Scuro entiende a la militarización como “la tendencia de las fuerzas policiales en la región a asumir características políticas e ideológicas de cuerpos con marcado acento castrense”. También desde Brasil, la organización no gubernamental Viva Río señala que el legado histórico de los gobiernos autoritarios militares constituye aún hoy “una de las principales dificultades” para trabajar en “la desmilitarización ideológica y estructural de las instituciones de seguridad. ‘Desmilitarizar’ significaría transformar los modelos y estrategias de intervención policial, garantizar un diálogo más cercano a las comunidades y, consecuentemente, mayores grados de legitimidad y eficiencia para las acciones policiales”.

La visita de las fuerzas especiales con asiento en Carolina del Norte parece ir en contra de cualquier estrategia de desmilitarización. Lo mismo sucede con las doctrinas de seguridad que los Estados Unidos pretenden fomentar en nuestros países, ya no necesariamente en las fuerzas armadas sino también en las policiales. Raúl Eugenio Zaffaroni, miembro de nuestra Corte Suprema, viene advirtiendo hace tiempo sobre el asunto y volvió a hacerlo a propósito del putsch frustrado en Ecuador: “Hoy los golpes de Estado los dan las fuerzas de seguridad, no los dan los ejércitos. No son golpes de Estado tradicionales, son golpes de Estado desestabilizadores… En América latina hace ya quince años que lo voltearon a Nilo Batista en Río de Janeiro; lo volteó una organización de esta naturaleza, en combinación con la Red Globo”.

La intentona en Ecuador, los urgidos operativos militares en algunas favelas de Río (durante años el ejército brasileño se resistió a involucrarse en la guerra contra el narcotráfico apelando incluso al argumento de la inconstitucionalidad), el sangriento fracaso de la estrategia antidrogas en México, son algunas pistas que permiten debatir qué políticas de seguridad convienen a las democracias latinoamericanas en consolidación. También lo son las doctrinas de seguridad de los Estados Unidos con sus récords de prisionalización; sus otros récords de negros pobres encarcelados; sus cárceles privadas convertidas en pingües negocios y sus espasmódicos debates acerca del abuso de armas cada vez que a alguien se le ocurre matar a quince adolescentes en una escuela. La memoria democrática argentina es corta y habrá que recordar qué sucede cada vez que a las policías se les da autonomía operativa o doctrinaria. Puede que se hayan olvidado, pero antes que por las rebeliones carapintadas nuestra democracia fue asediada por cuartelazos policiales. En la provincia de Buenos Aires los sufrió Luis Brunatti durante el gobierno de Antonio Cafiero apenas intentó modificar alguna cosa. El Malevo Ferreyra fue emblema del descontrol policial en Tucumán. Y si no son revueltas por presuntos motivos salariales, nunca se sabe cuándo sembrar cadáveres desde policías descontroladas es un modo de conspirar contra la política.

En el último informe anual del Cels, el analista internacional Juan Gabriel Tokatlian coincide también en alertar contra el proceso de militarización de las policías latinoamericanas vinculadas a las ayudas y doctrinas estadounidenses. Chile, Uruguay y Argentina, señala, fueron hasta ahora las menos contaminadas. Pero aún así existe siempre un peligro latente: “Washington ya no concibe la diferenciación entre seguridad interna y defensa externa y pretende que los ejércitos del área se transformen en crime fighters (luchadores contra el crimen”.

- Manu militari.

Isaacson sitúa un cambio en los parámetros de la política estadounidense en temas de seguridad en América latina hacia 1999, año clintoniano, cuando “en lo profundo de la burocracia civil del Departamento de Defensa” esas nuevas políticas se concibieron “bajo el nombre alarmante de Operaciones Especiales y Conflictos de Baja Intensidad”. Según su enfoque, “las actividades de los militares de EE.UU. en América latina por momentos superan la política oficial, lo que lleva a Washington a elegir las soluciones militares a problemas sociales en gran parte de la región”. Lejos de lo conspirativo, el analista asegura que “la militarización de la política de EE.UU. hacia América latina no es el resultado de alguna siniestra estrategia oculta. Más que otra cosa, es un síntoma de la tendencia de Washington a recurrir al Pentágono porque el dinero está ahí. Aumentar los gastos de defensa es más fácil de lograr que hacerlo en casi cualquier otra prioridad. Como resultado, las actividades no militares, tales como la diplomacia y la política de drogas en América latina son financiadas a través del presupuesto de defensa y administradas por los funcionarios de Defensa”.

Contra estos llamados de alerta, y aun cuando la visita frustrada de los “paracaidistas” estadounidenses parece la consecuencia de un acuerdo de cooperación aislado, policías como la Metropolitana, la Bonaerense y también la Federal han acudido a la presunta expertise norteamericana. Las tres fuerzas participaron de los cursos de la Law Enforcement Academy (Ilea), que funciona en El Salvador. Tal como se informó desde este medio, Ilea es la institución heredera de la Escuela de las Américas y de los viejos programas de ayuda de la Usaid mediante los cuales, desde los primeros ’60, los EE.UU. entrenaron a policías y militares latinoamericanos en tácticas antiguerrilla y técnicas de tortura.

- Armas en lugar de embajadores.

Los datos recopilados por Adam Isaacson en su artículo “Militarizing Latin America Policy” son reveladores de la desproporción existente en los recursos humanos que EE.UU. dedica a la política exterior para nuestra región y las consiguientes políticas.

“El Departamento de Estado –informa el artículo– cuenta con alrededor de 16.000 empleados de contratación directa en los puestos de todo el mundo; América latina tiene una modesta fracción de ese total (alrededor de 4000).”

“Mientras tanto, el Comando Sur, la unidad responsable de las actividades militares de EE.UU. en América latina y el Caribe, cuenta con una plantilla de 800 militares y 325 civiles empleados en su sede de Miami.” Dos enclaves militares en Puerto Rico y Honduras suman 570 militares y 1390 funcionarios civiles.

La presencia militar de EE.UU. en la región tiende a superar a la de los diplomáticos civiles. Sólo mediante despliegues temporales de fuerzas, dice Isaacson, en un año promedio más de 55.000 efectivos militares, incluyendo la Guardia Nacional y reservistas, pasan de visita por América latina.

Marruecos tras el #20F: las protestas en las redes sociales

MUNDO

Activismo en red


La oleada de protestas que sacuden el mundo árabe han llegado también a Marruecos tras la gran concentración popular organizada a través de Facebook y Youtube del pasado 20 de febrero. Los puntos en común de estas nuevas revueltas son muy similares a las peticiones populares que encontramos en Túnez, Egipto o Libia: libertad de expresión, democracia, mejoras laborales y salariales, justicia social, y vivienda.

En Facebook grupos como “Organiser un rassemblement géant Facebook au MAROC !”, (Organizar una gran reunión en Facebook para Marruecos!), difundían el vídeo de la convocatoria.



Aunque también en Facebook encontramos dos grupos destacados en contra la manifestación: “Anti 20 Fevrier” y “Ensemble Contre La Marche du 20 Fevrier Au Maroc”.

Desde Youtube vídeos como este nos muestran el ambiente que se vive en las calles y la presencia de cámaras y teléfonos móviles con los que los ciudadanos tratan de dar testimonio de los que sucede:



En Google también se ha creado un mapa ciudadano, #Feb20 protest in Morocco, con enlaces a vídeos en Youtube y a lo más destacado de la jornada.

Estas primeras manifestaciones ya han dejado a su paso cinco muertos en Alhucemas, y unas declaraciones poco esperanzadoras por parte del rey de Marruecos, Mohamed VI, quien ha declarado que no cederá a la “demagogia y a la improvisación”.

Desde Silicon News nos hablan de la “revolución PostFacebook” y destacan:
Internet está siendo un arma de lo más útil para el pueblo que pide cambios. A través de las redes sociales se están librando muchas batallas hasta ahora inconcebibles.
En Twitter las etiquetas a seguir son: #Feb20 #Morocco #Maroc.

Algunas cuentas interesantes son: @Morocco , @MarocBlogs, @actumaroc, @talkmorocco o la del bloguero @Hisham_G, entre otras.

Fidel Castro advierte que EEUU ordenará invasión de OTAN a Libia

MUNDO

Imperialismo


El líder cubano Fidel Castro advirtió este martes que Estados Unidos "no vacilará" en ordenar a la OTAN invadir Libia para controlar el petróleo, y puso en duda la veracidad de informaciones que describen una sangrienta represión ordenada por el gobierno de Muamar Kadhafi.

"Para mí es absolutamente evidente que al Gobierno de Estados Unidos no le preocupa en absoluto la paz en Libia, y no vacilará en dar a la OTAN la orden de invadir ese rico país, tal vez en cuestión de horas o muy breves días", escribió en un artículo publicado en la prensa oficial.

Castro consideró que "habrá que esperar" para conocer cuánto hay de "verdad o mentira" en los reportes de los sucesos en Libia, donde según ONGs entre 200 y 400 personas habrían muerto en los últimos días cuando el régimen de Kadhafi, en el poder desde hace 42 años, trató de sofocar una rebelión.

"Se podrá estar o no de acuerdo con el Gaddafi (Kadhafi). El mundo ha sido invadido con todo tipo de noticias, empleando especialmente los medios masivos de información", señaló Castro, quien estuvo por última vez en Trípoli en mayo de 2001.

No obstante, agregó, "habrá que esperar el tiempo necesario para conocer con rigor cuánto hay de verdad o mentira, o una mezcla de hechos de todo tipo que, en medio del caos, se produjeron en Libia".

Castro calificó de "mentira" con "pérfidas intenciones" la versión que circuló de una huida del coronel Kadhafi a Venezuela, cuyo presidente Hugo Chávez, hijo político de Fidel, ha estrechado su relación con Libia en los últimos años.

"Por mi parte, no imagino al dirigente libio abandonando el país, eludiendo las responsabilidades que se le imputan, sean o no falsas en parte o en su totalidad", afirmó.

El ex presidente cubano, de 84 años, elogió la respuesta del canciller venezolano Nicolás Maduro, quien dijo esperar que el pueblo libio solucionara sus dificultades "sin la injerencia del imperialismo".

"Una persona honesta estará siempre contra cualquier injusticia que se cometa con cualquier pueblo del mundo, y la peor de ellas, en este instante, sería guardar silencio ante el crimen que la OTAN se prepara a cometer contra el pueblo libio. A la jefatura de esa organización belicista le urge hacerlo", aseguró Castro.

Cuba y Libia han calificado de "excelentes" sus relaciones. Cuando Fidel Castro enfermó en 2006 y delegó el poder a su hermano Raúl, Kadhafi envió un mensaje haciendo votos por su recuperación.