domingo, 6 de marzo de 2011

De la dictadura a la democracia. Una infraestructura conceptual para la liberación - Enfrentándose a Dictaduras Realísticamente

Ateneo

Gene Sharp, traducción de Hermanos al rescate

En años recientes varias dictaduras, de origen interno y externo, se han derrumbado o se han tambaleado al ser confrontadas por pueblos desafiantes y movilizados. Algunas de estas dictaduras, a menudo vistas como firmemente establecidas e impugnables, han demostrado que son incapaces de aguantar el sistemático desafío político, económico y social del pueblo.

Desde el año 1980 dictaduras se han derrumbado bajo el desafío noviolento del pueblo en Estonia, Latvia y Lituania; Polonia, Alemania Oriental, Checoslovaquia y Eslovenia; y en Madagascar, Malí, Bolivia y las Filipinas. La resistencia no violenta ha obtenido logros en el movimiento de democratización en Nepal, Zambia, Corea del Sur, Chile, Argentina, Haití, Brasil, Uruguay, Malawi, Tailandia, Bulgaria, Hungría, Zaire, Nigeria y varios países de la derrocada Unión Soviética, habiendo jugado un papel importante en la derrota del golpe de estado de 1991 en la Unión Soviética.

También, desafíos políticos masivos (1) han ocurrido en China, Birmania y el Tíbet en años recientes. A pesar de que estas luchas no han derrocado a las dictaduras imperantes o ocupaciones, han expuesto la naturaleza brutal de esos regímenes represivos a la comunidad mundial y han provisto a los pueblos una valiosa experiencia en esta forma de lucha.

El colapso de dictaduras en los países antes mencionados ciertamente no ha borrado todos los otros problemas en esas sociedades: la pobreza, el crimen, la ineficiencia burocrática, y la destrucción del medio ambiente son frecuentemente el legado de regímenes brutales. Sin embargo, la caída de estas dictaduras ha, en pequeña escala, eliminado el sufrimiento de las víctimas de la opresión y ha abierto el camino para la reconstrucción de estas sociedades con mayor democracia política, libertades personales, y justicia social.

(Notas):

(1) El término usado en este contexto fue introducido por Robert Helvey. “El desafío político” es lucha no violenta (protesta, nocooperación e intervención) aplicada desafiada y activamente con objetivos políticos. El término se originó en respuesta a la confusión y distorsión creados al igualar la lucha no violenta con pacifismo y “noviolencia” moral o religiosa. “Desafío” denota un deliberado reto a la autoridad mediante la desobediencia, sin dejar espacio para la sumisión. “El desafío político” describe el ambiente dentro del cual la acción es usada (política) así como el objetivo (poder político). El término es usado principalmente para describir acción por pueblos para recobrar de dictaduras el control sobre instituciones gubernamentales mediante el ataque sin tregua a sus fuentes de poder y el uso deliberado de la planeación y operaciones estratégicas. En este estudio, el desafío político, la resistencia no violenta y la lucha no violenta se usarán intercambiablemente, a pesar que los dos últimos términos generalmente se refieren a luchas con objetivos más amplios (social, económico, psicológico, etc.)

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