miércoles, 16 de marzo de 2011

Las agencias de Rating y el negocio de tumbar países

OPINIÓN

Capitalismo

Islandia, un país de 330.000 habitantes sirvió de avanzadilla. Tras unos cuantos meses creando confusión cayó Grecia. Al tiempo y tras padecer el mismo castigo mediático cayó Irlanda. Ahora se prepara y la actuación sobre Portugal, a la vez que se incrementan los rumores sobre España.

Los agentes económicos actúan en función de las expectativas que tengas sobre la economía. Si se prevé que una economía tendrá crecimiento sostenido, los inversores irán a invertir su dinero en ese país a la espera de recoger beneficios. Si se corre el rumor de que un país está en mala situación e irá a peor, ningún inversor querrá invertir en el país y algunos incluso se irán, lo que acaba provocando que lo que era un resfriado se convierta en una pulmonía. O como dice el refrán: “A perro flaco todo se le vuelven pulgas” La cuestión es que estas pulgas se las echan poco a poco al indefenso animal para que se mantenga vivo hasta cuando convenga.

Nadie se sorprende de que en la actual crisis los países estén cayendo paulatinamente y siguiendo aparentemente un orden. Primero uno, tras unos cuantos meses otro, luego el siguiente y así unos tras otros en una lista que parece que no acabará. Sin embargo, en economía estas situaciones no se suelen dar habitualmente, lo normal es que según cae el primero, el resto de países con “problemas”, caigan tras él como fichas de dominó, arrastrados por un ambiente generalizado de “pesimismo económico”. O también podría ser, que un país necesitase un rescate, como le ha sucedido a México por dos veces, y que ahí quede todo. Lo que está sucediendo no es natural.

¿Y por qué caen los países poco a poco? Pues bien, ante todo sería más conveniente decir, tumbar que caer. Si una economía está lo suficientemente mal como para derrumbarse, lo hará por si sola. Estas cosas no suceden de la noche a la mañana y menos en la actualidad tratándose de países pequeños o medianos, y menos dentro de la Unión Europea donde hay unos patrones de seguimiento y de comparación económica entre países muy estandarizados. Las agencias de rating están sosteniendo o desestabilizando economías en función de la capacidad del mercado para hacer frente a las compras de la deuda de los países con “problemas”. Para hacer frente a la compra de deuda, las entidades que compran estas deudas (bancos por ejemplo) necesitan muchísima liquidez (se podría decir para simplificar, que necesitan dinero en efectivo). Pero si la liquidez que tienen la han “usado” ya en comprar la deuda de un país que acaba de “caer”, no tienen la capacidad de comprar la deuda de otro sin un tiempo para recuperarse y disponer, de nuevo, de más liquidez, pues hay que tener en cuenta que el Banco Central Europeo (BCE) ha tenido y aun tiene (por poco tiempo parece), los tipos de interés en mínimos históricos, lo que quiere decir que el BCE (que el el que presta dinero a los bancos que compran la deuda) aportó y está aportando una liquidez histórica al sistema financiero (y ya no puede bajar más el precio al que presta el dinero) y aun así, el sistema financiero no dispone de suficiente liquidez como para hacer frente a la compra de la deuda de más de un país a la vez.

En definitiva, la caída de los países se está llevando a cabo de manera artificial en función de la disponibilidad de liquidez para hacer frente al negocio enormemente lucrativo de compra de la deuda de países que estaban mal y han conseguido dejar en estado crítico. Como el médico que al enfermo hipocondríaco le dice que se pondrá peor sólo por el afán de verle empeorar y de que vuelva a su consulta. Las deudas son el negocio del sistema financiero; primero fue la deuda de las familias, tras éstas las empresas y ahora la de los países.

Evidentemente, tras todo lo dicho, no cabe duda de que cuando las políticas económicas son insuficientes, mal enfocadas o se hacen tarde y mal, todo empeora.

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