Imperialismo
La flota americana se ha posicionado frente a las costas libias, iniciando el bloqueo naval de Trípoli. La tensión aumenta en la zona después de los primeros incidentes y la guerra puede tener consecuencias imprevistas en el Norte de África en esta situación convulsa. El presidente de Estados Unidos ha dado permiso para que la armada actúe “como crea necesario”, y las hostilidades pueden comenzar en cualquier momento. Gadafi no tiene la culpa : estamos en 1801, mucho, muchísimo antes de Afganistán, Irak, la guerra del Golfo, Vietnam, Corea, las guerras mundiales o Cuba.
La joven nación americana obtuvo la independencia de Inglaterra en 1783. Hasta entonces, durante el período de guerra de independencia, los barcos americanos eran protegidos en sus travesías por el Mediterráneo por la flota francesa gracias a un tratado de defensa mutua. Eran años en que en los estados del norte de África -formalmente parte del Imperio Otomano – era habitual realizar actos de piratería contra los incautos mercantes capturando sus barcos y solicitando rescate por su tripulación, algo muy similar a lo que actualmente sucede en las aguas de Somalia.
Conseguida la independencia, y como estado ya soberano, la marina americana quedó sin protección de un estado francés que en breve sufriría su propia revolución. En octubre de 1784 los piratas marroquíes capturan el bergantín Betsey, pero gracias a la intervención de España, que negoció la liberación, la historia tuvo un final feliz. Aún así, España le dió un consejo a la nueva nación : es conveniente ofrecer un tributo a los estados berberiscos que garantice la “protección”. Estados Unidos envió entonces negociadores a la zona para formalizar tratados con los diferentes estados, y en 1786 firmó con Marruecos el acuerdo que pondría fin a sus actos de piratería.
Pero con Argelia las negociaciones no eran tan fáciles. En julio de 1854 dos barcos americanos, el Maria y el Dauphin, fueron apresados y se solicitó un rescate de 660.000 dólares. El presupuesto de los negociadores para obtener la paz con Argelia era de sólo 40.000 dólares, así que se intentó negociar un rescate razonable pero no se llegó a buen puerto y las tripulaciones de ambos barcos permanecieron presas durante diez años.
Los prisioneros describían en sus cartas las condiciones de esclavitud en las que vivían, si bien en muchos casos su esclavitud era bastante mejor que la esclavitud de la población negra en América. Por ejemplo, podían poseer dinero y propiedades y uno de ellos, llamado James Leander Cathcart, llegó incluso a ser consejero del rey de Argelia, aunque la mayoría tenían que trabajar para los piratas en pésimas condiciones que a muchas llevaron a la muerte. En cualquier caso, sus cartas empujaban al pueblo americano a solicitar al gobierno que tomara medidas para evitar nuevos actos de piratería.
En marzo de 1785, Thomas Jefferson y John Adams se entrevistaron con el embajador de Trípoli en Londres para solicitar que terminaran las hostilidades con un país “que no les había hecho ningún mal” , pero la respuesta del embajador fue que, según el Corán, “todas aquellas naciones que no reconocen al Profeta son pecadores y estaban en su derecho de esclavizarlos”.
Jefferson y Adams estaban de acuerdo en que pagar tributos significaría animar a los berberíscos a continuar con la piratería, pero mientras Jefferson propugnaba una operación de castigo, Adams creía que tras una guerra de independencia tan reciente era mejor pagar el tributo hasta disponer de una flota adecuada. Así que, finalmente Estados Unidos pagó el rescate y durante los siguientes 15 años hasta un millón de dólares anuales como tributo para evitar nuevos actos. Durante todo este tiempo, Jefferson continuó luchando por el cese de los pagos – que llegaron a suponer un 20% de los ingresos del estado – mientras la flota americana se hacía cada vez más fuerte.
Pero llegó el momento en el que Jefferson se convirtió en presidente de los Estados Unidos de América, y al Pasha de Trípoli no se le ocurrió otra cosa que pedirle un tributo de 250.000 dólares. Ahora Jefferson era el jefe, se negó a pagar el tributo y el Pasha declaró la guerra a los Estados Unidos, aunque Argelia y Tunez prefirieron mantenerse al margen.
Fue una declaración de guerra extraña, no por escrito, sino que se destrozó la bandera americana frente al consulado y el Congreso americano autorizó el envío de fuerzas pero no se llegó a votar la declaración de guerra.
El 1 de agosto de 1801, tras tres horas de intercambio de fuego, la goleta USS Enterprise capturó a la cañonera Trípoli, causando 30 bajas por ninguna de los americanos, pero como no había declaración de guerra formal la embarcación fue liberada.
Durante 1802 y 1803, Estados Unidos continuó enviando a lo mejor de su flota a la zona bloqueando los puertos berberiscos. En octubre de 1803 la flota de Trípoli consiguió capturar al USS Philadephia intacto tras embarrancar mientras patrullaba el puerto de Trípoli. Toda la tripulación fue capturada y el barco se colocó de forma que pudiera ser utilizado como batería contra la flota estadounidense.
En febrero de 1804, un “comando americano” capturó un velero pirata bautizándolo como USS Intrepid, se acercaron al USS Philadelphia lo suficiente como para abordarlo tomando por sorpresa a la tripulación enemiga (curioso, en el barco americano estaban los piratas, y en el pirata los americanos) y destrozarlo para que los berberiscos no pudieran seguir usándolo.
En los meses siguientes se produjeron varios enfrentamientos, y quizás la acción mas destacable sea cuando el USS Intrepid cargado con explosivos fue dirigido hacia el puerto, aunque explotó antes de tiempo – quizás por fuego enemigo – sin alcanzar el objetivo.
En la primavera de 1805, un grupo de soldados americanos junto a un pequeño ejército de mercenarios cruzó el desierto desde Alejandría, en Egipto, hasta la ciudad de Derna, consiguiendo capturarla. Este hecho constituye la primera vez en la historia que la bandera americana se izó en territorio enemigo ocupado.
Poco después, el 4 de junio de 1805, el Pasha de Trípoli aceptaba la firma de un acuerdo. Lo curioso del acuerdo es que Estados Unidos accedía a devolver los más de cien berberiscos prisioneros mientras que Trípoli libera a trescientos americanos, pero debido a la diferencia en número de prisioneros, EEUU pagaría 60.000 dólares como rescate. Así que, ganó la guerra pero pagó.
Esta guerra sirvió para otorgar una reputación militar a Estados Unidos, convirtiéndose en una potencia capaz de librar guerras allende los mares, lo que sin duda tendría mucha influencia en su futuro intervencionismo global (parte del himno de los marines hace referencia a esta guerra). Además, serviría para que los diferentes estados americanos tuvieran mayor conciencia de ser un sólo país al enfrentarse a un enemigo común.
Los problemas con los piratas berberiscos aún no se acabarían, y pocos años después tuvo lugar una segunda guerra contra los piratas berberiscos, pero eso ya es otra historia.
La joven nación americana obtuvo la independencia de Inglaterra en 1783. Hasta entonces, durante el período de guerra de independencia, los barcos americanos eran protegidos en sus travesías por el Mediterráneo por la flota francesa gracias a un tratado de defensa mutua. Eran años en que en los estados del norte de África -formalmente parte del Imperio Otomano – era habitual realizar actos de piratería contra los incautos mercantes capturando sus barcos y solicitando rescate por su tripulación, algo muy similar a lo que actualmente sucede en las aguas de Somalia.
Conseguida la independencia, y como estado ya soberano, la marina americana quedó sin protección de un estado francés que en breve sufriría su propia revolución. En octubre de 1784 los piratas marroquíes capturan el bergantín Betsey, pero gracias a la intervención de España, que negoció la liberación, la historia tuvo un final feliz. Aún así, España le dió un consejo a la nueva nación : es conveniente ofrecer un tributo a los estados berberiscos que garantice la “protección”. Estados Unidos envió entonces negociadores a la zona para formalizar tratados con los diferentes estados, y en 1786 firmó con Marruecos el acuerdo que pondría fin a sus actos de piratería.
Pero con Argelia las negociaciones no eran tan fáciles. En julio de 1854 dos barcos americanos, el Maria y el Dauphin, fueron apresados y se solicitó un rescate de 660.000 dólares. El presupuesto de los negociadores para obtener la paz con Argelia era de sólo 40.000 dólares, así que se intentó negociar un rescate razonable pero no se llegó a buen puerto y las tripulaciones de ambos barcos permanecieron presas durante diez años.
Los prisioneros describían en sus cartas las condiciones de esclavitud en las que vivían, si bien en muchos casos su esclavitud era bastante mejor que la esclavitud de la población negra en América. Por ejemplo, podían poseer dinero y propiedades y uno de ellos, llamado James Leander Cathcart, llegó incluso a ser consejero del rey de Argelia, aunque la mayoría tenían que trabajar para los piratas en pésimas condiciones que a muchas llevaron a la muerte. En cualquier caso, sus cartas empujaban al pueblo americano a solicitar al gobierno que tomara medidas para evitar nuevos actos de piratería.
En marzo de 1785, Thomas Jefferson y John Adams se entrevistaron con el embajador de Trípoli en Londres para solicitar que terminaran las hostilidades con un país “que no les había hecho ningún mal” , pero la respuesta del embajador fue que, según el Corán, “todas aquellas naciones que no reconocen al Profeta son pecadores y estaban en su derecho de esclavizarlos”.
Jefferson y Adams estaban de acuerdo en que pagar tributos significaría animar a los berberíscos a continuar con la piratería, pero mientras Jefferson propugnaba una operación de castigo, Adams creía que tras una guerra de independencia tan reciente era mejor pagar el tributo hasta disponer de una flota adecuada. Así que, finalmente Estados Unidos pagó el rescate y durante los siguientes 15 años hasta un millón de dólares anuales como tributo para evitar nuevos actos. Durante todo este tiempo, Jefferson continuó luchando por el cese de los pagos – que llegaron a suponer un 20% de los ingresos del estado – mientras la flota americana se hacía cada vez más fuerte.
Pero llegó el momento en el que Jefferson se convirtió en presidente de los Estados Unidos de América, y al Pasha de Trípoli no se le ocurrió otra cosa que pedirle un tributo de 250.000 dólares. Ahora Jefferson era el jefe, se negó a pagar el tributo y el Pasha declaró la guerra a los Estados Unidos, aunque Argelia y Tunez prefirieron mantenerse al margen.
Fue una declaración de guerra extraña, no por escrito, sino que se destrozó la bandera americana frente al consulado y el Congreso americano autorizó el envío de fuerzas pero no se llegó a votar la declaración de guerra.
El 1 de agosto de 1801, tras tres horas de intercambio de fuego, la goleta USS Enterprise capturó a la cañonera Trípoli, causando 30 bajas por ninguna de los americanos, pero como no había declaración de guerra formal la embarcación fue liberada.
Durante 1802 y 1803, Estados Unidos continuó enviando a lo mejor de su flota a la zona bloqueando los puertos berberiscos. En octubre de 1803 la flota de Trípoli consiguió capturar al USS Philadephia intacto tras embarrancar mientras patrullaba el puerto de Trípoli. Toda la tripulación fue capturada y el barco se colocó de forma que pudiera ser utilizado como batería contra la flota estadounidense.
En febrero de 1804, un “comando americano” capturó un velero pirata bautizándolo como USS Intrepid, se acercaron al USS Philadelphia lo suficiente como para abordarlo tomando por sorpresa a la tripulación enemiga (curioso, en el barco americano estaban los piratas, y en el pirata los americanos) y destrozarlo para que los berberiscos no pudieran seguir usándolo.
En los meses siguientes se produjeron varios enfrentamientos, y quizás la acción mas destacable sea cuando el USS Intrepid cargado con explosivos fue dirigido hacia el puerto, aunque explotó antes de tiempo – quizás por fuego enemigo – sin alcanzar el objetivo.
En la primavera de 1805, un grupo de soldados americanos junto a un pequeño ejército de mercenarios cruzó el desierto desde Alejandría, en Egipto, hasta la ciudad de Derna, consiguiendo capturarla. Este hecho constituye la primera vez en la historia que la bandera americana se izó en territorio enemigo ocupado.
Poco después, el 4 de junio de 1805, el Pasha de Trípoli aceptaba la firma de un acuerdo. Lo curioso del acuerdo es que Estados Unidos accedía a devolver los más de cien berberiscos prisioneros mientras que Trípoli libera a trescientos americanos, pero debido a la diferencia en número de prisioneros, EEUU pagaría 60.000 dólares como rescate. Así que, ganó la guerra pero pagó.
Esta guerra sirvió para otorgar una reputación militar a Estados Unidos, convirtiéndose en una potencia capaz de librar guerras allende los mares, lo que sin duda tendría mucha influencia en su futuro intervencionismo global (parte del himno de los marines hace referencia a esta guerra). Además, serviría para que los diferentes estados americanos tuvieran mayor conciencia de ser un sólo país al enfrentarse a un enemigo común.
Los problemas con los piratas berberiscos aún no se acabarían, y pocos años después tuvo lugar una segunda guerra contra los piratas berberiscos, pero eso ya es otra historia.
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